Cuando los proyectos personales y las ansias de poder prevalecen sobre los colectivos.

¿Se ha convertido el culto a la personalidad como el cáncer de la democracia? Pareciera que así se ha demostrado en diversos países como Corea del Norte con el linaje de los Kim, en República Dominicana con la dictadura de Trujillo y en la conocida Alemania nazi, con Hitler, entre otros. Pero estos casos han llegado a ser mundialmente señalados y rechazados luego de que transcurrieran décadas de manipulación y abusos de parte de los gobiernos a su propio pueblo, pero las etapas más tempranas del Culto a la Personalidad pueden estar ocurriendo en tu propio país sin que te des cuenta, y es deber nuestro como ciudadanía aprender a reconocerlas y combatirlas antes de que este sigiloso cáncer sea usado por los líderes para perpetuarse en el poder y convertirse en dictadores.

culto a la personalidad

Veamos, de manera sencilla y ejemplificada, una lista con las características (síntomas) típicas del culto a la personalidad en sus tres etapas, para que sirvan de herramienta a la ciudadanía en su lucha por mantener la democracia y la libertad.

¿Qué es el Culto a la Personalidad y por qué es dañino?

Antes de pasar a la lista de características me parece muy importante aclarar cuál es la relación entre el Culto a la Personalidad y las dictaduras.

Es bien sabido por todos que el rol de un presidente o presidenta es el de un servidor público. Lo elegimos por voto universal y secreto con la intención de que ese ser humano nos represente a todos, y tome las decisiones necesarias para conducir a la nación por un camino de prosperidad, justicia y paz. Básicamente, el presidente de una nación es un empleado de la ciudadanía, y esa es una disposición que no debemos olvidar ni debe invertirse nunca  (por más que se nos olvide). El presidente tiene, naturalmente, cierto rango de autoridad, pero esta autoridad es para establecer un orden dentro de las múltiples instituciones del estado, más no para dominar a su pueblo.

Y la mayoría de las personas tienen esto claro, y cuando no están de acuerdo en alguna disposición gubernamental ocurren denuncias y protestas. Pero, ¿qué pasa cuando un líder se gana nuestro cariño o admiración al punto de que le profesemos amor o devoción?

El amor y la devoción son sentimientos irracionales. Tal como sucede con el amor a Dios, sus fieles están dispuestos a hacer lo que sea que se les pida con tal de conservar su benevolencia y no ser castigados. Para las personas religiosas, los sufrimientos en la Tierra están justificados por “el designio de Dios”, que tiene un plan más grande para cada uno, o que está expiando de esta manera los pecados cometidos. Y cuando ocurre algo bueno en sus vidas dan gracias a Dios, porque Él es quien determina todo lo que sucede en la Tierra y espera a que sus “hijos” sean agradecidos por su generosidad.

No es mi intención con esto hacer crítica de las religiones ni ofender a los creyentes en lo más mínimo, sino que simplemente se trata del ejemplo más perfecto para explicar cómo actúa el Culto a la Personalidad en las mentes de la ciudadanía. Y ustedes se preguntarán, escépticos, ¿Cómo es posible que un ser humano común logre que todo un pueblo lo considere tan poderoso e incuestionable como un Dios? Pues eso es justo lo que vamos a recopilar con esta lista.

En líneas generales, lo único que necesita un líder para aprovechar de manera eficiente el Culto a la Personalidad son tres factores: una personalidad carismática, elocuencia e inteligencia táctica. Sí. Sólo eso. Cuando mezclamos esas tres características con el enorme poder que se obtiene con el cargo de presidente de un país, un ser humano común se convierte en un personaje capaz de manipular a un pueblo entero para hacerle creer lo que le plazca y asegurar su obediencia.

Culto a la personalidad

Es así como nacen las más grandes dictaduras, pues las masas se dejan llevar, convencidas de que la disposición de sus venerados líderes debe, por toda norma, ser lo correcto.

Etapa Inicial: Dibujarse como el Salvador

La primera etapa del Culto a la Personalidad es casi en su totalidad discursiva. Es la etapa menos agresiva pero la más importante, ya que es donde se gana la confianza de las masas.  Lo que en cualquier relato o storytelling en comunicación política que se precie siempre debe definir.

Síntomas por parte del gobernante

  • Se dibuja a sí mismo como un salvador que tiene por propósito liberar a su pueblo de una etapa de miseria o injusticias, comparándose a su vez con figuras libertarias de la historia nacional o regional.

  • Promueve el rencor. Para ello alude repetitivamente en su discurso a las características negativas de los gobiernos anteriores al suyo, enmarcándolos a todos dentro de un solo grupo.

  • Bautiza su ideología con un nombre propio distinto a los genéricos.

  • Propone cambiar las leyes, alegando que las injusticias no dejarán de ocurrir a menos que se hagan cambios en el marco legal.

  • Sectoriza al pueblo en dos, exaltando las diferencias entre los sectores y haciéndolos ver como adversarios entre ellos. A los dictadores no les interesa tener el apoyo de todos, sino el apoyo de las masas. Maximiza la empatía con los grupos mayoritarios responsables de su elección y les da visibilidad, mientras que difama y excluye a las minorías que no le muestran apoyo o que le hacen crítica.

  • Elabora un enemigo único a partir de una idea intangible, “como una potencia enemiga extranjera, un grupo económico o religioso, o un sistema político contrario al que se profesa” y bajo ese concepto enmarcará a todas las personas que le hagan crítica o se opongan a sus dictámenes. Al ser un enemigo sin forma real, la lucha contra este enemigo se vuelve eterna.

Síntomas por parte del pueblo

  • Alaban características de la personalidad del líder: sentido del humor, habilidad para contar historias, capacidad de cantar, forma de vestir, etc.
  • Adoptan los términos que el mandatario inventa, aún sin conocer totalmente su significado.

  • Uso cotidiano de símbolos que lo identifican como partidario del líder: Un color, una prenda de ropa, una insignia.

Etapa Intermedia: Implantar el Miedo

En esta etapa el gobernante ya se ha echado al bolsillo la confianza del pueblo y comienza a erradicar todos los focos de rebeldía a través de diferentes métodos.

Síntomas por parte del gobernante

  • Hace actos caritativos que crean dependencia en el pueblo, como regalar comida, viviendas, sumas de dinero, entre otros.

  • Convence al pueblo de que las cosas buenas que tienen son únicamente gracias a su gestión. Para darle fuerza a esto, hace que su rostro sea plasmado en cada una de las obras públicas, como edificios, calles, avenidas, hospitales, bien hayan sido hechas durante su gestión o previas a ésta.

  • Atemoriza al pueblo con la idea de que cambiar de gobierno significa la pérdida de los logros socio-económicos, la destrucción de la identidad cultural y el triunfo del “enemigo” (el enemigo único intangible del que hablé anteriormente).

  • Comienza a encarcelar disidentes y periodistas por cargos insustanciales como “traición a la patria”, “instigación a cometer crímenes”, o “incitación a crear disturbios”, entre otros.

  • Comienza el exterminio de disidentes, de formas que parecen aisladas o inconexas con el gobernante. Cuando se logra conectar al mandatario con la responsabilidad de las muertes éste lo justifica con un discurso sobre defensa propia o la defensa del estado.

  • “El mandatario se otorga a sí mismo títulos y honores como «El Benemérito», «El Excelentísimo», «El Generalísimo», «El Honorable», «Benefactor de la Nación», «El Restaurador de la Independencia» o «El Supremo».

  • Cualquier falla propia o de su gestión la asocia al enemigo único para desviar la culpa.

  • Utiliza todos los medios de comunicación de los que dispone para reforzar su discurso y su imagen benevolente.

Síntomas por parte del pueblo

  • Ausencia casi absoluta de crítica hacia el líder. “Tendencia a creer la noción de que los problemas que puedan ocurrir de ninguna forma son responsabilidad directa del líder.”

  • Para no ser considerados parte de la disidencia, se colocan retratos del líder en los hogares, colegios, lugares de trabajo y demás instituciones.

  • Cacería de brujas. Comienza la agresión del mismo pueblo hacia los disidentes.

Etapa Avanzada: Mimetizar su identidad con la del pueblo

En esta etapa al líder ya se le han caído las caretas. Es reconocido como un dictador de manera internacional e incluso por sus propios seguidores, pero juega sus cartas en función de hacer creer que sus acciones son las acciones del pueblo, y que su identidad es la de todo el país, de manera que la posibilidad de su derrocamiento parezca una amenaza para toda la ciudadanía.

Síntomas por parte del Gobernante:

  • Realiza campañas recurriendo a lo emotivo para mantener el aval del pueblo, como por ejemplo: “el líder es amor”, “el líder y la patria son la familia”, “Yo soy/todos somos (nombre del líder)”.

  • Omnipresencia. Multiplica su imagen en todos los espacios transitables, como muros vallas publicitarias y letreros.

  • Crea la idea de que su vida está en constante peligro −y por lo tanto también está en peligro la patria− amenazada por el enemigo único.

  • Se mantiene el encarcelamiento y el exterminio de disidentes, ahora de manera explícita.
  • Filtra la transmisión de información por todos los medios de comunicación para que tenga cabida sólo aquella que beneficie a su imagen y dé continuidad a sus discursos.

  • Nombra preventivamente a un sucesor de su legado, el cual tomará su lugar como gobernante cuando él fallezca o se vea incapacitado por vejez.

Síntomas por parte del pueblo:

  • Levantan bustos y estatuas con la figura del mandatario y les rinden culto.

  • Autocensura. Ante los constantes rumores de muertes y desapariciones, fijan carteles en los que prohíben hablar mal del mandatario.

  • Asignan características sobrehumanas al líder, y le ruegan por su bendición.

  • Se demuestran agradecidos con el líder por permitir el acceso a bienes básicos y comunes como comida, ropa, educación y salud.

  • Se declaran dispuestos a defender la permanencia del mandatario así les cueste la vida.

Cuesta pensar que un pueblo pueda mantener su devoción más allá de esta tercera fase, pero lo cierto es que el Culto a la Personalidad puede continuar incluso después de la muerte de quién lo empezó, con casos en los que el líder es embalsamado, o su ataúd es dejado en un lugar de fácil acceso para que los ciudadanos puedan llevarle presentes, hablarle y hasta rezarle. Y si el sucesor que ha dejado el líder tiene las mismas tres características que hemos mencionado al inicio (carisma, elocuencia e inteligencia), el Culto a la Personalidad puede prolongarse durante generaciones, como sucede en Corea del Norte, impidiendo el restablecimiento de la democracia.

Honestamente espero que no hayas visto a tu nación, a tu mandatario o a tu pueblo representado en ninguna de estas etapas que he mencionado acá. Y si por el contrario ya comienzas a sospechar que algo de esto está ocurriendo, es tu deber convertirte en un agente informativo, y utilizar esta herramienta para abrir los ojos de tus conocidos. El Culto a la Personalidad no es como rendirle culto a un Santo, o a un Dios, pues a cambio no has de esperar milagros, sino engaños, censura y violencia.

Y si, yo también estoy pensando en los acontecimientos de estos días.

En este día...

Categorías: Politica

Ramón

Apasionado del Conocimiento Libre y de las personas. Autor de Software Libre y Comunicación

2 comentarios

Manuel Almonte · 07/02/2019 a las 10:49 PM

Como Franco, como Franco, amigo Ramón Ramón.

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